sábado, 7 de agosto de 2010

La función de la história

Discurso de investidura como Doctor Honoris Causa del Prof. D. Sir. John H. Elliot. Día de la Universidad. 25/01/08. Discurso Sir John Elliott.
Sr. Rector Magnífico. Excelentísima Sra. Embajadora. Señor Rector Magnífico de la Universidad San Pablo CEU. Excelentísimas e Ilustrísimas Autoridades. Autoridades académicas. Profesoras y Profesores. Esta Universidad, que hoy me confiere el gran honor de un doctorado honoris causa, fue fundada en 1989, uno de los años más señalados en la historia de Europa y del mundo. Fue el año de la caída del muro de Berlín, de la liberación de los pueblos de la Europa central y del este tras décadas de opresión, y del derrocamiento de un sistema político e ideológico que había ensombrecido el mundo entero en los 70 años que le precedieron. Sin duda los historiadores futuros verán los acontecimientos de 1989 al menos como un cambio tan significativo en la historia mundial como lo fue la Revolución Francesa, que tuvo lugar exactamente doscientos años antes. Se analizará detenidamente el curso de los acontecimientos de ese dramático año y se presentarán una variedad de explicaciones, muchas de ellas sin duda contradictorias, del derrumbe repentino, y en gran medida pacífico, del imperio soviético. Sin embargo, yo mismo como historiador, me veo impelido a preguntarme cuántos de nosotros, incluyendo los expertos en la historia de Rusia y de la Europa del este, predijeron la extraordinaria serie de sucesos que en 1989 transformaron el mundo para siempre. Creo que no sería injusto decir que nos cogió a todos por sorpresa. Así, cabe preguntarse ¿para qué sirven los historiadores? ¿para qué molestarse en estudiar el pasado si todas las horas de lectura y de investigación en archivos no nos dejan mejor equipados que el resto de los mortales para anticipar y predecir el futuro? Son preguntas razonables y desde mi propia experiencia trataré de ofrecer algunas respuestas. La primera cuestión que debe tratarse tiene que ver con las facultades de predicción de los historiadores ¿Por qué aparentemente no somos mejores que cualquier otra persona para predecir el futuro? Algunas civilizaciones como la de los aztecas antes de la conquista española encontraron la clave del futuro en la supuesta naturaleza cíclica del tiempo, según la cual, con cada ciclo recurrente, se veía repetirse los acontecimientos. El mundo occidental, por otro lado, tiene una noción linear del tiempo. Por consiguiente muchos historiadores occidentales han pensado en términos de un desarrollo progresivo de la raza humana y han impuesto patrones más o menos deterministas sobre el futuro, predicados en su interpretación del pasado. Pero estos patrones han resultado consistentemente poco fiables como previsiones del futuro. Por ejemplo, los historiadores del siglo veinte en general daban por supuesto que la ciencia y la razón conducían a la secularización progresiva de la sociedad. No obstante ahora nos encontramos frente al resurgimiento del fundamentalismo religioso tanto en el mundo occidental como en el no occidental. Mi propia interpretación del pasado me ha hecho desconfiar de este tipo de presunciones y quizás la lección más importante que he aprendido de una vida dedicada a la investigación histórica es que la única cosa que puede esperarse con alguna certeza es lo inesperado. En una época de secularización, revive inopinadamente la religión; en una época de internacionalismo y globalización, la enérgica reafirmación de las identidades nacionales y étnicas se ha convertido en una realidad de la vida contemporánea. Al estudiar las grandes figuras del pasado, un Olivares o un Richelieu, he comprobado que nada resulta tal y como los actores principales del escenario político planearon o esperaban. Se capturan las flotas con la plata de las Indias; se extravían cartas. Las historias que dejan de considerar el papel de la contingencia y de la personalidad, y la ley de las consecuencias impredecibles me parecen defectuosas en su comprensión de la experiencia humana. Esto no significa que el pasado deba considerarse como una serie de hechos aleatorios y caóticos. El papel del historiador, como yo lo concibo, es el de dar forma a la interpretación y a la narración del pasado y esto nunca fue tan necesario como lo es hoy en día. Creo que el Occidente se enfrenta hoy a dos grandes peligros en lo concerniente a la memoria histórica. El primero es que una mayoría vive actualmente sin memoria histórica alguna. Demasiada gente tiene escaso o ningún sentido de cómo su país ha llegado a ser lo que es. En consecuencia se han convertido en extraños en su propia tierra, faltándoles un conocimiento real o una comprensión cabal de su pasado y por lo tanto son incapaces de juzgar los acontecimientos de su propia época con proporción o en su contexto. Para los que viven sólo en el presente y para el presente los problemas contemporáneos adquieren una importancia desproporcionada porque no son conscientes de que las generaciones anteriores se han debatido con problemas similares o comparables, con mayor o menor fortuna. Si cada generación debe encontrar su propia respuesta a los problemas a los que se enfrenta, el pasado provee al menos una forma de derrotero para aquellos que están dispuestos a descifrarlo. El otro gran peligro es paradójicamente justo lo contrario - no una falta sino un exceso de memoria histórica. Demasiadas sociedades en la actualidad son presas de su propio pasado o más correctamente de una lectura de ese pasado que lo limita distorsiona. Los sucesos de las dos últimas décadas en los Balcanes ilustran de manera elocuente cómo un enfoque reductivo y excesivamente nacionalista puede dejar a las sociedades en una especie de burbuja suspendida en el tiempo. Asumen el papel de víctima permanente y atribuyen sus males a la malicia ajena. Es un enfoque derrotista y peligroso y surge de la confianza excesiva en una memoria histórica que es altamente selectiva y que se ha congelado en el tiempo trasmitiéndose de generación en generación. Por supuesto toda memoria, sea personal o colectiva, es selectiva y falible y las leyes de la memoria histórica, por bien intencionadas que sean, corren el riesgo de reemplazar una sección de memorias por otra. Aquí es donde los historiadores tienen un papel esencial. Quizás no tengan el don de la profecía, pero pueden y deben actuar como mediadores entre el pasado y el presente y todavía más en las sociedades que se han hecho sordas o bien que no presentan un gran deseo de escuchar. Ellos son, o deberían ser, no sólo los que transmiten sino también los que revisan la memoria, recuperando para la conciencia pública aspectos del pasado que se han olvidado o han sido marginados deliberadamente. Revisar la memoria significa desafiar la visión comúnmente aceptada y a veces recordar a las sociedades cosas sobre ellas mismas de las que quizás no desean acordarse. Significa hacer hincapié en las complejidades del pasado y señalar las rutas que por una u otra razón no fueron tomadas. En mi propia carrera como historiador he perseguido este ideal, por ejemplo tratando de desmitificar la rebelión de los catalanes de 1640 o intentando demostrar que muchos de los problemas de la España del siglo diecisiete no fueron únicos a la península ibérica, ni tampoco el resultado de características esencialmente españolas, sino que eran comunes a otras sociedades europeas del período. En lo posible he buscado situar la historia de España y de la monarquía española en un contexto global y sugerir nuevos modos de examinar su rico y fascinante pasado. Quisiera pensar que mis esfuerzos han ayudado a otros, tanto dentro como fuera de España, a ver la historia de España y del mundo hispano desde una variedad de perspectivas diferentes. El pasado es infinitamente fluido y ciertamente rechazaría la idea de que una interpretación definitiva del pasado español sea posible o deseable. Cada historiador es en gran medida la criatura de su propia época y de su lugar de origen, y proyectará las preocupaciones de su propia época y de su sociedad al estudiar el pasado. Pero los tiempos cambian y los historiadores también, o por lo menos así debería ser. La España de principios del siglo veintiuno es una España muy diferente de la de la década de 1950 cuando empecé mis investigaciones. En consecuencia su historia también está cambiando. Una historia nacional que antes estaba dominada por el tema del fracaso actualmente esta siendo re-escrita por una generación de historiadores españoles que alcanzó la madurez en la nueva era abierta por la transición democrática y por una creciente prosperidad nacional. Ahora se consignan los éxitos además de los fracasos y se muestra al menos tanto interés por la supervivencia de la monarquía española como las generaciones anteriores mostraron por las causas de su decadencia. Este enfoque con el tiempo será sustituido por otros nuevos, a medida que aparezcan nuevas preocupaciones. Es como tiene que ser. Me gustaría pensar que yo también he cambiado con el tiempo. Por encima de todo, he querido demostrar que el pasado no es estático y rígido, sino que se presta a innumerables interpretaciones, y que todas ellas merecen ser constantemente sometidas a prueba y a revisión a la luz de nueva evidencia y de nuevos enfoques históricos. Estoy profundamente agradecido a mis muchos amigos y colegas españoles por toda la ayuda que me han prestado en mi intento de realizar esta ambición. Estoy agradecido al Instituto de Historiografía Julio Caro Baroja por organizar un seminario de tres jornadas sobre los temas que han ocupado mi atención en el curso de mi carrera como historiador. Y por encima de todo estoy agradecido a esta Universidad, la Universidad Carlos III, por su reconocimiento, otorgándome este doctorado, a mis esfuerzos por comprender e interpretar el pasado de un país que me ha tratado con una generosidad que nunca podré reciprocar adecuadamente.

domingo, 30 de mayo de 2010

Ayer fui a un prostibulo a buscar amor. Debi ser uno más de los vacios de ese espacio. Quería yo conversar con las prostitutas, nada más.

En serio: Si. No me retó el proceneta. Ni a un duelo ni a los tribunales. Vió en sus chicas curiosidad que hace rato no había. Fuí al prostibulo porque la sociedad me llevó; fuí yo una ración de aire en una pesada porción de agua. Por presión terminé ahi, dentro del prostibulo y fuera de la sociedad.

Una de las chicas me llamo jesucristo. No se si lo hizo por el cariño especial con el que yo trataba con sus compañeras, por la dulcura que expresaba mi cuerpo y gesticulación cuando corría cabellos de los rostros, o por mi gentil barba negra y mi sincera cara del oriente antiguo. Quizá haya sido por ambas cosas, o, y con mayor probabilidad, por ambas cosas y algo más...

Lo cierto desde mi subjetividad es que senti amor por ellas y por una en especial. Fue por quien decía que era una prostituta mientras yo acomopañaba su habla con mis dedos. No voy a decir que no le aprete el culo. Si, si lo hice. No escapé del animal o el animal salió de mi y se hizo presente. Una de las dos. Y cuando hice eso su curiosidad pareció escaparse, emprender la vuelta al no existir. Ahí fué cuando me dijo que para seguir charlando tenía que invitarle una copa de 30 euros. Ahí fue cuando me sentí un desubicado, un molesto de la jornada laboral.

sábado, 29 de mayo de 2010

Solo una reflexión a cerca del Derecho y la Justicia

Voy a tomar una serie de conceptos de Francisco de Vitoria para expresar algunos pensamientos sobre la Justicia.

Dice el Francisco de Vitoria que las leyes pueden ser divinas y naturales. Son idénticas en todo salvo en su autor. En la primera el autor es Dios y en la segunda es Dios y el hombre. No puede negarse que la ley natural no tenga por autor a Dios del hecho de que sea el hombre su autor inmediato, pues Dios es autor de lo que hace inmediatamente como de lo que hace mediatamente.

Considero que el Ser Humano es producto de la naturaleza. El ser humano tiene junto a otras especies la capacidad de producir. Una de las cosas que produce el ser humano es lo que llamamos productos culturales. Un edificio, un Código Civil, una dicción de amor… El Derecho se encuentra dentro de esta categoría. El Derecho es producto humano. Luego, en mi concepción el Derecho es producto de la naturaleza en la misma dirección en que el Derecho natural es producción de Dios en Francisco de Vitoria.

Para Francisco de Vitoria el hombre hace al Derecho natural, es autor. Este Derecho recibe el nombre de natural no por el hecho de que esté ínsito en la naturaleza humana, sino porque adviene con la propia naturaleza. Todos tienen el mismo Derecho natural en la medida en que todos pueden encontrarlo, y, algunos tienen un Derecho natural más desarrollado que otros porque han desarrollado más sus capacidades de desarrollo. En mis palabras, el Derecho Natural se genera a partir de la historia.

Estas palabras de Francisco me sorprendieron y me llevaron a interesarme más por el adelantado, erudito y riguroso autor maestro de Salamanca. Tomo sus palabras para exponer lo que para mí es la etapa evolutiva del Derecho. La etapa que para ser sincero debe observarsela y explicarsela descriptivamente. Observando la historia podemos empíricamente aislar distintos sistemas de Derecho. Sistemas radicalmente distintos y moderadamente distintos (entre ambas categorías hay matices). Todos nacieron y se desenvolvieron de maneras diferentes, por lo diferente que fueron sus contingencias temporales y fácticas (y presumo que hay alguna que otra contingencia que no conozco, pero que intuyo que no tiene nada que ver con el tiempo ni con el espacio). Pero puede apreciarse en el plexo, un común denominador en las causas motoras: el humano. Es que todos desarrollaron un Derecho de humanos. Puede decirse que la identidad está solo en el origen. Pero como dije recién, el elemento común está en el origen y en el desenvolvimiento. Si en el origen tiene en común el hecho de que son humanos los que lo crearon, en el desenvolvimiento tienen de común que fueron también humanos los que lo desenvolvieron. Me refiero a que la mujer tipo menstrua tanto en América del sur como en Asia central o que en todas las culturas se desarrollaron "medicinas" para evitar los males, y que estos hechos fueron alternativamente fuente o efecto de cuestiones naturales. Probado esto restaría averiguar si todos los sistemas de Derecho tienden a un fin común. Si es la misma estrella norte la que es seguida por los diferentes barcos (Stammler).

Por lo cómodo, es aliviador decir que existe un núcleo duro en la Justicia (nadie discute su materia en la iusfilosofía contemporanea: A. Kaufmann). Vale decir, todas las estrellas posibles comparten un componente común.
Ocuparé breves letras a esto, intententando explicarlo con lo de recién: el elemento forma. Comparten, la totalidad de los hombres que existen, el elemento cultural (mediatamente natural) de la comunicación. El proceso del descubrimiento de la igualdad puede ser explicado a partir de éste elemento. El hombre necesita comunicarse, pero para poder hacerlo, antes bien, tiene que entender que para que haya comunicación tiene que haber un receptor adecuado a él. (Adecuación referida a que, verbigracia, el emisor conozca un receptor que se maneje en la misma frecuencia). Es claro entonces como a partir de la necesidad de expresarse el humano descubre la igualdad. La libertad es consecuencia de la igualdad…

Para terminar. Estoy cautivado por la búsqueda de una forma distinta en el Derecho Civil. Ante ésta intromisión casi dañina a mi salud, me encuentro al aliciente de que para cambiar al Derecho Civil hay que intentar entender de una manera distinta a la Moral. Por supuesto, también a lo que se llama Derecho Procesal Civil.

Mi agenda se divide en dos fases. Una descriptiva y una valorativa. En la descriptiva me propongo intentar entender como vienen desarrollándose el Derecho Civil (y por supuesto las consideraciones a cerca de la Justicia del Derecho Civil). A esto lo intento hacer con el mismo criterio relativista y racionalista de Radbruch: porque sólo a partir del seguimiento de la lógica utilizada por la corriente de pensamiento que se intenta analizar, se puede llegar a culminar en lo que es posible dentro de sus ideas (metodo que se hace presente en López de Zavalía). Hay que conocer hasta donde se pueda, y sin prejuicios (sapere aude). Entendidas las ideas, luego entendido lo que hoy se llama la historia del Derecho.
Me interesa esta etapa descriptiva porque comparto con Savigy que es fundamental encontrar los vínculos con el pasado. Encontrarlos y entenderlos críticamente (Zimmermann). Necesidad que responde a mi agenda, porque a partir del acabado entendimiento crítico de la historia del derecho civil y su filosofía, me voy a poder dirigir a emprender la segunda tarea.
El momento prescriptivo es el momento en que me vuelco a mi audiencia proponiendo. Aquí muestro lo que para mí es posible construir a partir de lo que viene dado mediatamente por la naturaleza. Considerar prescriptivamente es la única manera de debatir acerca de lo que nos convenga sobre el futuro del pensamiento jurídico (Ferrajoli) y sobre lo que convenga al imaginario social jurídico de la sociedad de un futuro un poco más lejano.
Uno de los condicionamientos, o más propiamente dicho, la barrera que circunscribirá mi tarea constructiva, perdón, prescriptiva, será la sociedad sudamericana.

viernes, 28 de mayo de 2010

Los objetos de tutelA

A veces resulta provocativo leer textos de Derechos reales en los que se ejemplifica alguna de sus clásicas instituciones poniendo como objeto del derecho a un ser humano. Para mí esa repulsión es injustificada. Y es que quiérase o no, la paulatina evolución de la posesión como institución jurídica se llevó a cabo con la esclavitud. La persona sometida a la voluntad de otra contra natura, hizo las veces en Roma, de perfecto elemento de des-vigorización de la posesión. En otras palabras, la repulsión que el ilimitado poder del dominus sobre su esclavo generaba en la sociedad, hizo que los jurisconsultos reconsideraran en la época clásica y en el Derecho imperial, los límites que los pontífices delinearon a la posesión en el Derecho quiritario. El ilimitado poder del dominus sobre la cosa se desrigorizaría a partir de la estima social sobre el objeto del derecho.
Estas premisas me llevan a entender la futura evolución, no solo de la posesión y de los derechos reales, sino también de las cosas en sí mismas consideradas. Aquellos romanos desearon limitar el campo de acción que tenía el poseedor a partir de una cuota de estima por el esclavo. A fin de cuentas, esa persona sometida a la acción por voluntad del poseedor, lo era contra natura, y en consecuencia: una especie de sentimentalismo habrá tomado parte en la concepción general sobre la propiedad.
Esto no ocurrió tanto en la mente de algún jurisconsulto por pensar sobre la institución ni por ver al esclavo labriego trabajar la tierra de sus dominus, sino, exclusivamente, al presenciar actos de radical e injustificada violencia. Actos de perversión y abuso de algunos (porque desde esta silla estamos seguros de que habrá habido buenos dominus) sobre otros.

Es natural, me parece, que las almas de una época como la de la Roma quiritaria no haya sentido rechazo ante los malos tratos de los dueños sobre sus esclavos, y es igual de natural que a posteriori generaciones de jurisconsultos vayan resintiendo el rigor del derecho por ver afectadas sus sensibilidades a partir de los actos que al momento van a parecer de eminente brutalidad.

Lo llamativo es, y quiero tomar a esto como eje discursivo, que el elemento que generó repulso ante el utendi, fruendi y abutendi en los romanos fue la persona humana. Una lucha entre gladiadores no causó repulsión en la Roma imperial, pero si en la Edad Media; las inmisiones fétidas no fueron consideradas como tan dañinas en la Edad Media como cuando el auge del burgo en la modernidad; completando, una corrida de toros no habría generado repulsión social en la sociedad Romana, en una aldea medieval y tampoco en las ciudades modernas españolas.

Leía yo al Profesor Jorge J. Llambías decir que el Derecho era un algo del y para el hombre, y que si se tutelaba al reino animal se lo hacía en consideración a las sensaciones menospreciables que las acciones crueles sobre ellos generaban en el humano espectador. Siglo XX, y el profesor Llambías entiende al Derecho posmoderno a la romana. No haremos nuestra crítica sobre la premisa fundamental del Profesor Llambías, pero si diremos que éste es el eje sobre el que se viene desarrollando la materia de derecho tutelable ¿Será que estas son las cosas que reúnen los intereses de la sociedad en un momento y lugar determinado y que en consideración a ello se construyen los medios de lucha por su tutela? (Jhering). Decimos: muy probable. Pues: como ahora nos causa lástima ver un niño bambolear un árbol recién plantado, nos degenera el gesto ver a un buen padre de familia abandonar sus residuos en la vía pública, y consideramos que una ducha de más de cinco minutos es una acto inmoral; el ordenamiento jurídico brinda una tutela especial a las especies inanimadas, crea infracciones para el consumidor irresponsable y regula la oferta de bienes de necesidad primaria.

Desde aquí entendemos el fenómeno como lo describimos y compartimos las medidas en el contexto jurídico señalado. Pero estamos seguros de que todo esto podría ser tomado como un punto de inflexión a partir del cual el derecho pueda desenvolverse de una forma distinta.

jueves, 27 de mayo de 2010

el gobierno de los artistas
el placer del sabio
la maestria del solitario
el desencanto del enamorado
la certidumbre del desesperado
el sociego del estaciado
¿no es esto poesía de alguien frustrado?

domingo, 16 de mayo de 2010

¿ganas de llorar o de vivir?

En tiempos de sufrimiento es bueno ver comedias, dicen por ahí. Pues, luego de llorar rasguñando piedras de la vergüenza que es la UNT, decidí buscar motivos para reavivar mi orgullo como tucumano. A tal fin decidí conocer la biografía de un filósofo Argentino mundialmente reconocido, y que gran parte de su obra (incluida la biológica) radica sedimentada -por suerte- en nuestra provincia. Me refiero a Manuel Gonzalo Casas. Filósofo, profesor de filosofía, fundador de la Universidad Santo Tomás de Aquino, participante del proyecto "Gymnasium", ideólogo del peronismo, políglota, y como si fuera poco, escritor de varios libros de nada menos que de filosofía. Una de sus biografías está en http://www.filosofia.org/ave/001/a314.htm

Casas no es el objeto de este escrito, y a decir verdad, este escrito no tiene un objeto claro. Lo cierto es que transcribo lo que a mi me conmovió y aumentó las ganas de ser tucumano. Al margen de Casas, o mejor dicho, junto a Casas ocurrió lo que sigue:

«Tucumán, Atenas mediterránea. Tucumán era a la sazón, una Atenas pequeña pero importantísima en este rincón de América. Habían llegado huyendo del Nazismo y del Fascismo figuras internacionales de gran relieve, no solamente en las Ciencias, también en las artes, la literatura; las disciplinas filosóficas, las ciencias de la cultura, de la naturaleza y las técnicas. Entre sus hombres debo mencionar al gran historiador Claudio Sánchez Albornoz; a María Rosa Lida, la gran filóloga, que más tarde fue a Harvard, EE.UU.; a Renato Treves, antecesor de la cátedra de Filosofía del Derecho que luego, a su regreso de Europa, fue a manos de nuestro distinguido colega.También Werner Goldschmidt que arribaba a enseñar Derecho Internacional Privado desde Madrid y con quien cursé mi última asignatura de la carrera, en Diciembre de 1950.Todos ellos junto a una pléyade de académicos y artistas nacionales y extranjeros, algunos de los nuestros como Lorenzo Domínguez, el escultor; Lino Spilinbergo, el gran dibujante y pintor; Lajos Szalá y grandes músicos como Walter Donhai, que acabo de leer ayer, continúa dirigiendo la Orquesta Filarmónica de Bruselas y filósofos como Manuel García Morente, Rodolfo Mondolfo, Diego Pró, Risieri Frondizi, Manuel Gonzalo Casas y literatos como Aníbal Sánchez Reulet y Alfredo Roggiano.En la facultad de Derecho, no puedo dejar de mencionar a los doctores Miguel Figueroa Román; a Jorge Antoni, a Miguel Araoz y a mis compañeros de facultad, entre ellos a Julio César Castiglione, a Raúl Mender, a Roberto Imbert, a Lucio Eduardo Vallejos, a Irma Madkur, y muchos otros.En ese escenario comienza a construirse, la primera ciudad Universitaria de América Latina en Horcó Molle, en las faldas bellísimas del Aconquija. Debo agregar que más tarde, en el año 1955, la construcción de esta revolucionaria ciudad, en la que participaron grandes arquitectos argentinos, entre ellos Horacio Sacriste, fue abandonada por habérsele llamado ciudad universitaria “Eva Perón”. Fue ese un golpe casi mortal a la educación universitaria argentina. Los grandes maestros que vinieron, se fueron también a escenarios académicos más propicios, a países de América, o a sus patrias originarias.» (Amelia Tosto Valenzuela, María Teresa Fernández Lagos, María del Valle Romanelli, ¿Conoce a Herrera Figueroa?, Editorial Praxis Universitaria, Buenos Aires 1997, págs. 61-62.)

martes, 11 de mayo de 2010

Universidad

A.“Tengo ganas de ir a Tucumán y encadenarme frente al rectorado con un altavoz y decir todas las cosas que siento” B.“No chango, no te conviene! Tene cuidado! En el rectorado hay gente pesada… Tengo un amigo de la infancia que es bien pesado y que está en esa movida de la campaña.”

¿Cómo puede ser que en la Universidad haya gente pesada? ¿Como puede ser? En la Universidad debería haber gente liviana ¡Gente ágil¡ Gente tan liviana y ágil, que por ser menos pesada que el propio aire se despegue del suelo naturalmente y vuele sin esfuerzo alguno.

NO ENTIENDO NADA. En el lugar en donde el pensamiento es consecuencia del libre despegue a las alturas de la meditación, del volar espontaneo sin fronteras ni cortapisas, en el espacio brindado al placentero viaje del conocimiento... ¡en la Universidad! ¿Cómo puede ser que en donde aparcan las mentes voladoras se asienten los tipos más pesados?

NO ENTIENDO NADA. Pero a primera vista: PLAZA PÚBLICA Y JUSGMIENTO. SEÑALAMIENTO CON EL DEDO A ESTOS HIJOS DE PUTA. Es lo que reclamo; el saber no se mancha; no hay paciencia ni perdón para los detractores del saber.

QUIEN MIERDA ES CERISOLA. QUIEN PINGO ES EL ¿iuris Doctor? ¿Economista de galardón? ¿Ph. D? ¿Es acaso un biólogo reconocido a nivel regional? Nooo, nada de eso, es un hijo de mil gran puta. Y todavía Sr. Rector... ¡¡¡Amaestrador de corruptos!!! Elegidos estos a dedo, y destinados a la oler la mierda del trabajo sucio al que están avocados ¡¡¡Señalar con el dedo y fruncir el ceño a estos hijos de puta hasta la muerteeee!!! No merecen paz social. Abdicar el espacio e ir tras sus moradas. Atormentar al maleante; hostigar a su séquito; raptar sus proyectos inmorales y desterrar la sonrisa de sus gordas caras nostálgicas de haber dejado hace rato la felicidad genuina del honeste vivere… ¡¡¡Hijos de puta!!!

Creo en el Estado de Derecho, en los valores de nuestra cultura, en la Santa y Diosa Justitia. Creo en la retribución de los hechos, en el resguardo de los bienes fundamentales. Soy partidario de la educación popular, y del profesorado calificado. La investigación es inagotable, como inmensurable el campo de estudio. El profesor debe preparar sus clases, el investigador proveerle información; el estudiante responder a sus obligaciones y el administrador administrar. El gobernante de una institución académica debe ser un enamorado de la verdad; del orden y del progreso. El gobernante de una Universidad debe encontrar el justo medio entre la idea y la materia; debe ser un práctico enamorado. Quien llegue a la silla de Rector debió antes haber pasado por los tribunales del conocimiento y por los escalafones administrativos; debe ser un universitario y no un político de carrera. La política universitaria debe desaparecer. La política es tarea vulgar, no de elite intelectual. En la universidad, quien quiera administrar, debe antes publicar; debe hacer pública sus letras o voces en audiencias científicas, y no rostros o emblemas en medios urbanos y triviales. La Universidad es la cúspide de toda sociedad; es a donde llegan y de donde salen nuestras materias más humanas; nuestros seres más racionales. En la universidad se practica el dialogo dirigido a la verdad; no el discurso sugestivo y aparente.

Honrad a la verdad, vivir por ella y luchar contra la mentira. Los Tria iuris praecepta decián categóricamente: sum quique tribuere. Ir pues entonces a la calle, y a darle al corrupto hijo de puta lo que merece…

miércoles, 5 de mayo de 2010

Ampliar las fronteras del pensamiento

¿Podrán las parejas homosexuales europeas adoptar un europeito en Argentina? Pregunta que me surgió apenas leído sobre la aprobación por diputados a la ley por la que una pareja homosexual puede desenvolver una vida marital; y reflexión natural de la especial superficie de este tema. Teoréticamente: puedo pensar en que hay un desalineado mosaico de temas, tópicos y no, sobre el matrimonio homosexual; sus puntos grises son preguntas como la que consigno.
A decir verdad, tengo entendido que los requisitos que establece el Derecho argentino para adoptar, no permiten la "adopción expres"; pero lo que digo no es muy dificil de realizar con alguna que otra simulación.

Pensar sobre el matrimonio homosexual es fabuloso. Quien piensa se da cuenta de esto cuando piensa siguiendo cualquiera de las finalidades que caben en este “tema”. Y esa diversidad de posibilidades de dirigir el pensamiento en un tema lo hace más fabuloso aun. Quiero decir que uno puede disfrutar de imaginar la sociedad de tres o cuatro generaciones a partir de la ley; pensar antropológicamente en los esquemas psíquicos de un individuo promedio del mismo futuro; buscar hechos parecidos en el pasado; analizar la cuestión como un proceso de liberación y resultado de una actitud histórica típica en el humano; comprar las posiciones filosóficas de los que están a favor y en contra; entenerlo como una arena de contienda política; etc. etc. etc.
Muy placentero es el pensamiento sobre la cuestión jurídica del matrimonio homosexual; quizá por el cariño que en mí la Jurisprudencia empeña. No me interesa muy mucho por aburrida, la tarea “interpretativa” de discutir sobre si la partícula “y” que separa "hombre" de "mujer" en los artículos decimonónicos sobre el matrimonio, es conjuntiva o no. Una de mis opiniones es que el caso es un expediente más de la crisis institucional de la teoría jurídica clásica (y todo lo que ella implica) que se pone de relieve en sistemas jurídicos vanguardistas como el de Argentina. Como el contrato, el matrimonio entendido como lo entendemos es una institución decimonónica. El matrimonio en el Derecho Clásico de Roma estuvo caracterizado por la afectio maritatis, cuando esta se acababa el ligamen se extinguía; en la Europa de entre la crisis del imperio y la definitiva edad media (para mi siglos XI a XIV) hubo tantos matrimonios como pueblos indoeuropeos; en la Edad Media como período impreciso el matrimonio estuvo influenciado por los valores de la época y estos fueron los que impregnaron su espíritu católico; desde postrimerías de siglo XVIII hasta hace cincuenta años por el pensamiento burgués. Claramente nuestra sociedad se desenvuelve de una manera distinta al paradigma de sociedad burguesa y más aún al del pensamiento medieval. Y por ello es que no se puede estar de acuerdo con el divorcio pero no con la libre legitimación y por ello que se puede pensar que como en la religión mormona el matrimonio puede ser femeninamente polígamo, el matrimonio moderno del ideal occidental no tiene barreras de legitimación sexual.

Desde este punto de vista histórico, reflexionando sobre el matrimonio homosexual puedo aventurar que la cuestión de los valores es algo anárquica. Quizá no tanto en relación a los valores nucleares de un sistema, pero si a los periféricos o muy próximos a equellos. Anarquía que me elude el escollo axiológico para solo pensar en el Derecho como algo histórico. El Derecho es lo que los humanos queremos que sea en un momento determinado, y que usualmente lo queremos por conveniencia moral y económica.
Esta actitud de imprimir en el pensamiento un ideal positivista y una concepción moral utilitaria tiene como consecuencia el entendimiento de que habrá matrimonio para los homosexuales si los humanos quieren y si a ellos les da algún beneficio que eso así sea. Ideal ratificado por la reacción que tuve ante la opinión de un profesor sobre el problema. Consideré que nadie da nada gratis en respuesta al comentario de que es absurdo que el dueño de algo que ya no quiere, reniega en dar la cosa a alguien la quiere y que la necesita.

Es interesantísima la cuestión sobre el proceso de heteroimposición, y aún más su fundamento, la voluntad general. Más aún cuando se trata de cuestiones no impuestas, sino permitidas. La ley que se tramita en el congreso es algo cierto.

Como se ve, la cuestión solo en el Derecho es extensísima.

El debate jurídico sobre el matrimonio, como de muchas otras instituciones, debe ser descodificado. Debe ser desvinculado a la concepción del Derecho clásica. Muchos abogados siguen este camino cuando piensan al contrato, a la propiedad o al matrimonio, pero casi ningún lego lo hizo. La observación jurídica de las cosas por la sociedad se hace de una manera estrepitosamente decimonónica; a esto es a lo que me refiero. Podemos pensar nuestro presente intentando despejar la forma de entenderlo. Me parece ese es el paso metodológico crucial para todo estudio contemporáneo. Primero la ciencia y después la sociedad. Hay que olvidarse de las estructuras mentales decimonónicas y también olvidarse de Kant. Olvidarse de esto tiene que ser una tarea sistemática. Sé que es muy difícil. Es la tarea de buscar materia diferente de la misma forma, y como quintaesencia del escollo, la materia de la-forma-de-buscar alternativas también responde a la forma original (la decimonónica). Dificultad que cansa pero que acerca a la sinceridad.... Creo que el único camino fiel al pensamiento es este.

martes, 27 de abril de 2010

el olor de la mierda y su pesticida

“Camino por entre este pueblo con el espíritu alerta; no me perdonan el que no les envidie sus virtudes.
Me ven con malos ojos, porque les digo que la gente pequeña necesita virtudes pequeñas -¡y porque me cuesta creer que haga falta la gente pequeña!
Soy todavía como el gallo que en corral extraño, rechazado por incluso las gallinas; pero yo no me enojo con esas gallinas.
Soy deferente hacia ellas, como hacia todos los pequeños sinsabores; sacar las garras con lo pequeño se me antoja una sabiduría propia de gatos.
Todos hablan de mí cuando a la noche se reúnen alrededor del fogón.
¡Hablan de mí, pero nadie piensa en mí!
He aquí el nuevo silencio que he conocido: el alboroto que arman en torno a mi persona es como un manto tendido sobre mis pensamientos.
Alborotados se preguntan: ‘¿A qué viene ese lóbrego nubarrón? ¡A ver si nos acarrea una epidemia!’”

Así hablo Zaratustra y así intento sentarme sobre las patrañas de la muchedumbre. Quiero acomodar mi culo sobre el confort de la posposmodernidad en la que vivo, e intentar aplastarlo con mi peso. Jóvenes y adultos, todos, la gran mayoría, agitan, enarbolan y vapulean sus falsos presagios de felicidad y bienestar ¿De que felicidad me habla el tonto con su control remoto? ¿Qué alegría es la que serpentea el bailarín borracho con su vaso de bebida cargado hasta más de tres cuartos con coca cola? Ese es el ejemplo que les dan a las criaturas demoníacas que aparean sus mugrosas hembras. Yo mientras, me incomodo hablando sobre lo cotidiano.

Me incomodo hablando de lo cotidiano como cuando alguien me pregunta sobre mi pasado. Y es que el clima está en los diarios; los automóviles se hacen viejos con el correr de los años, y el que me gusta no viene con la mujer que va a dar su mama a mis críos.

Me aburro cuando se habla de lo más divertido porque descubrí mi pene a los cinco años y sobre las conchitas de mis vecinas adolescentes hablaba con mis amigos cuando nos masturbábamos en grupo; hoy gracias a mi virtuosa madurez, guardo mis recuerdos para el baño de los domingos.

¿Cuál es la conversación que puedo compartir con mi vecino? ¿Futbol? Salvo hablar de Maradona lo demás es Pan y circo para el populus… Valla populus conformista el de hoy. Pagan por entrar al Circo, distrayéndose de lo que importa, y ni siquiera aspiran al pedazo de pan o a la vota de vino. Menudos personajes los de la parodia del mundo cotidiano. Jaaaa muchedumbre, gentuza…

Así se siente el solitario en la multitud: incomodo. Incomodo a pesar de querer estar confortado. Incomodo pero, y no paradójicamente, marginado a medias. No marginado del todo quizá por su intención de querer convivir, ser parte del mundo. Pero discriminado en gran medida por ser ajeno al mundo del resto; en fin, extraño al estereotipo de joven contemporáneo; desentonar es definitivamente la palabra justa.

Ahí está el pseudo Zaratustra, intentando estar al tono con algo que le es colorinche y que odia. Complicándose con la ansiedad que no encuentra sosiego sino en la compañía, vuelve el miserable pseudo Zaratustra al círculo vicioso. Salir a buscar el oído y la boca apreciable, y encontrar, como al mismo mugroso que sirve copas más baratas a las guarras, una y otra vez al mismo joven con el mismo peinado de marinero y su atuendo raquítico. Egoísta y de gran apetito quiere más, el incansable y repetitivo; más orejas y bocas, el tonto que escribe.

Pero es que él necesita saber, y sabe muy bien su necesidad… Permeable ante el mundo y por ello conocedor en la medida de lo posible. Así anda, encorvado y con la mano que se pierde en su barba.

¿Por qué entonces, Pseudo Rebelde, no irrumpes de una buena vez y desvarías del todo? Es lo que a veces intento hacer cuando recurro a los muertos. (Y no hablo de cementerios. Putos cementerios. La gente muerta no está en donde los entierran. La gente muerta está en sus obras; en sus lugares). Recurrir al muerto que habla es mi mejor escape. Y se lo recomiendo al lector compinche. Vivo yo en un apartamento lleno de libros y con ellos converso. Hay muchísimos muertos para escuchar, y desgraciadamente hoy, como todo lo bueno, se multiplica perdiendo calidad. Pero para eso recomiendo de los que no quedan ni cenizas. Las biografías son el recurso alternativo, ayudan como las guías de teléfono. Y las guías de teléfono, con el periódico que sale caro, sirven para prender fuego y asar carne.

¿Acaso el imbécil que se me ríe no pensó en su biografía? Ilusión de poesía. De su soberbia solo se acordarán sus desgraciados hijos: lo demás será comido por el inmensurable...

domingo, 4 de abril de 2010

Malvinas

En 1939 José Ortega y Gasset nos clamaba “argentinos a las cosas”.
Sirva la sentencia de aquel influyente hispanoparlante para realizar una reflexión acerca de una cuestión muy actual: me refiero al vedetino caso “Malvinas”.
Para ser franco y claro, quien escribe debe expresarse de manera expresa y categórica: Queridos compatriotas, dejar de vilipendiar el escaso tiempo que poseen, porque esas islas, desgraciadamente, en los tiempos presentes no son nuestras. Las perdimos el día en que un maníaco y estúpido salió frenético y vehemente al balcón rozado invitando a la “Gran” Bretaña a una conflagración bélica. Ese día, y los subsiguientes de pánico y terror que sufrieron los inocentes y heroicos Muchachos de Malvinas fueron, al menos y por un largo tiempo, el despertar angustioso de nuestro sueño utópico.
Hoy, una bandera política distinta, bajo un escenario económico similar, acusa nuevamente a los británicos abdicar lo que ganaron. !!!!!Acusa a los británicos abdicar lo con guerra ganaron!!!!
Volviendo a Ortega y Gasset: me pregunto yo, ¿por qué rabiarse con el extremo Malvinas y mirar a un costado cuando algún argentino diligente nos enseña los registros inmobiliarios que indican el estatus dominical de extranjeros sobre latifundios patagónicos? Me parece laudable, digo, digno de admiración el celo con el que algunos argentinos se desvelan por lo nuestro, pero, ¿en qué carajo de qué barco están vigilando cuando centenas de naves pesqueras japoneses saquean nuestra fauna marina en los casi tres mil metros de costa oceánica que tenemos y que nadie nos la cuestiona? ¿Donde están los "jóvenes Kirchneristas", heraldos y patriotas, cuando compañías nórdicas se llevan nuestros minerales dejando propinas a la Universidad tucumana y agujeros negros al pueblo catamarqueño? Esto es inexplicable. INEXPLICABLE. Inexplicable es también que hayamos generado una verdadera revuelta internacional con el caso de las papeleras en la frontera con el Uruguay, cuando a menos de cien quilómetros de los manifestantes más de una papelera derramaba fluidos tóxicos sin inconvenientes en exclusivos, y no limítrofes, reservorios acuíferos argentinos.
Queridos conciudadanos, no se me tome como débil o vendido… Soy tan argentino como ustedes, y tan valiente como el más guerrillero de los manifestantes. Y es precisamente por eso que les escribo lo que leen. Porque cuando un capitán pregunto a Sócrates sobre la valentía el filósofo griego no respondió “ir siempre al frente”; dijo que a veces hacer marcha atrás para reagrupar la tropa es ser más valiente. Entiendo: actuar con inteligencia. Y es que la causa Malvinas !!!!HOY está perdida!!!! PERDIDISIMA.
Argentinos: Poner los pies en la tierra. Leer los periódicos “malvinenses” (por supuesto, si es que saben inglés, porque no están escritas en español). En el lugar que nosotros, con alma y corazón llamamos Malvinas, discuten sobre la conveniencia o inconveniencia de las excavaciones; sobre como afrontar el cambio económico que se les avecina; reflexionan a cerca de la cuestión laboral que implicara el menudo emprendimiento que está allí por llevarse a cabo. Nadie piensa en asociarse a la República Federal. Nadie está tramitando un pasaporte argentino. Todo lo contrario, reniegan de nosotros!!! ¿Ser argentino? ¿Un país que hace más de 30 años tiene un pésimo renombre internacional –y ganado con justa causa-? Muchachos: Argentina gana NADA, nada con la estratégica abordada con Malvinas y nada con los malvinenses.
Actuemos una vez, al menos una vez, inteligentemente.
Sirva el ejemplo de Chile. Yo, y seguramente más de uno de Ustedes habrá renegado más de alguna vez de nuestros “primos” chilenos. Pero cuando uno deja a un lado el frenesí de la ira, y medita con una dosis de objetividad, toma en consideración que la actitud que tuvieron para con nosotros en ocasión de la guerra del 82 fue para ellos la más inteligente. Cuando hace poquísimo tiempo argentina había estado reivindicando territorio suroeste, ¿qué iba a hacer Pinochet sino apoyar a los británicos? En otras palabras: Pinochet sabía muy bien que si por esas casualidades remotas Argentina ganaba a Gran Bretaña, seguramente iba tras Chile. SEGURISIMAMENTE. Entonces, ¿qué tenía que hacer Pinochet sino lo que para su Nación buenamente hizo?
Por otro lado. Aquel argumento casi universal y cierto de que los Ingleses son hipócritas e imperialistas, desgraciadamente, no sirve para nosotros los argentinos. ¿Acaso nunca tomamos lo que no nos pertenece? ¿Acaso nunca hemos defraudado a otros? Dos extremos históricos: para lo primero sirva el caso Argentino Roca y para lo segundo el ejemplo Menem ante nuestros “hermanos" peruanos.
En una conferencia en La Plata José Ortega y Gasset dijo: "¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que daría este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal"
Hermanos argentinos, NO DIGO QUE CERREMOS EL CAPITULO MALVINAS, DIGO QUE REFLEXIONEMOS SOBRE EL. Mientras asistía a clases de Derecho Internacional Público, quien escribe vio lágrimas en el rostro cansado de una mujer que había estudiado el caso Malvinas hasta en sus más finas aristas. Me refiero a las lágrimas brotadas por el sentimiento de frustración e impotencia de la Excelentísima Profesora y Doctrinaria Marta Tejerizo. Siendo sincero, no se la opinión de la respetada profesora sobre la cuestión actual del asunto, pero si se que la catedrática de la Universidad Nacional de Tucumán actuó inteligentemente: su proyecto era exclusivamente diplomático.
Argentinos, hagamos marcha atrás y reagrupemos tropas. Así observaremos con más detalle el campo de batalla y tendremos además, tiempo para ocupar posición en lugares que todavía, nadie nos quitó. Porque hermanos queridos, es POCO lo que nos robaron a comparación de lo TANTO que tenemos para cuidar…
Sin más, me disculpo por la distracción y no por lo que digo. Ahora sí, queridos amigos, ya podemos volver a nuestros cómodos sillones o entrañables tablones de bar, para brindar atención a nuestra mayor ocupación: el apreciado y maravilloso futbol argentino, público, como decía una referente nacional, y para todos.

miércoles, 17 de febrero de 2010

¿¿¿algo para comenzar??

Suelo escribir mi nombre en minúsculas cuando me siento importante. Es una contradicción en mi vida como esta, la de publicar en la Red de manera promiscua o indiscriminada. Aquí tenés, entonces, dos figuritas no repetidas para tu tan variopinta como indeseada colección de incoherencias mías.

Inauguro este espacio, amigos queridos, como un ágora de reflexión. Ofreceré periódicamente pensamientos míos, al público paciente y amigo. Producto humano este último, ordinario como la pis y la caca, pero curiosamente extraordinario en el tiempo que vivo. Intentaré escribir cosas y de la forma en que puedan ser entendidas en otros espacios y tiempos. Escribiré esperando respuestas, de manera que mi infértil imaginación pueda ser enriquecida al transmutar mis ideas a otros espacios y tiempos. Harán, aquellos que reflexionen con migo, de favordante a mi persona, pues llenare el a veces vacío espacio espiritual que me pertenece, con la belleza de la pluralidad y la divergencia. Para completar logrando el suficiente, por deber de información digo, las ideas que aquí haré cognoscibles serán tan heterogéneas como matizado es hoy mi cuerpo de amigos.

Será siempre un placer encontraros en ésta, mi pública morada. No esperar de más, que encontrarais menos. Esta pequeña recepción no es más que un mitin de bienvenida y os aventuro a seguirme, que como hombre de gran apetito, no haré faltar frezas y cerezas, caramelos ni budines, o platos principales en mi banquete de pensamientos. Despidiéndome agradecido por vuestro tiempo, redundo, con el perdón de la economía pero en el buen nombre de la cortesía, en participaciones a mi mesa.-