domingo, 16 de mayo de 2010

¿ganas de llorar o de vivir?

En tiempos de sufrimiento es bueno ver comedias, dicen por ahí. Pues, luego de llorar rasguñando piedras de la vergüenza que es la UNT, decidí buscar motivos para reavivar mi orgullo como tucumano. A tal fin decidí conocer la biografía de un filósofo Argentino mundialmente reconocido, y que gran parte de su obra (incluida la biológica) radica sedimentada -por suerte- en nuestra provincia. Me refiero a Manuel Gonzalo Casas. Filósofo, profesor de filosofía, fundador de la Universidad Santo Tomás de Aquino, participante del proyecto "Gymnasium", ideólogo del peronismo, políglota, y como si fuera poco, escritor de varios libros de nada menos que de filosofía. Una de sus biografías está en http://www.filosofia.org/ave/001/a314.htm

Casas no es el objeto de este escrito, y a decir verdad, este escrito no tiene un objeto claro. Lo cierto es que transcribo lo que a mi me conmovió y aumentó las ganas de ser tucumano. Al margen de Casas, o mejor dicho, junto a Casas ocurrió lo que sigue:

«Tucumán, Atenas mediterránea. Tucumán era a la sazón, una Atenas pequeña pero importantísima en este rincón de América. Habían llegado huyendo del Nazismo y del Fascismo figuras internacionales de gran relieve, no solamente en las Ciencias, también en las artes, la literatura; las disciplinas filosóficas, las ciencias de la cultura, de la naturaleza y las técnicas. Entre sus hombres debo mencionar al gran historiador Claudio Sánchez Albornoz; a María Rosa Lida, la gran filóloga, que más tarde fue a Harvard, EE.UU.; a Renato Treves, antecesor de la cátedra de Filosofía del Derecho que luego, a su regreso de Europa, fue a manos de nuestro distinguido colega.También Werner Goldschmidt que arribaba a enseñar Derecho Internacional Privado desde Madrid y con quien cursé mi última asignatura de la carrera, en Diciembre de 1950.Todos ellos junto a una pléyade de académicos y artistas nacionales y extranjeros, algunos de los nuestros como Lorenzo Domínguez, el escultor; Lino Spilinbergo, el gran dibujante y pintor; Lajos Szalá y grandes músicos como Walter Donhai, que acabo de leer ayer, continúa dirigiendo la Orquesta Filarmónica de Bruselas y filósofos como Manuel García Morente, Rodolfo Mondolfo, Diego Pró, Risieri Frondizi, Manuel Gonzalo Casas y literatos como Aníbal Sánchez Reulet y Alfredo Roggiano.En la facultad de Derecho, no puedo dejar de mencionar a los doctores Miguel Figueroa Román; a Jorge Antoni, a Miguel Araoz y a mis compañeros de facultad, entre ellos a Julio César Castiglione, a Raúl Mender, a Roberto Imbert, a Lucio Eduardo Vallejos, a Irma Madkur, y muchos otros.En ese escenario comienza a construirse, la primera ciudad Universitaria de América Latina en Horcó Molle, en las faldas bellísimas del Aconquija. Debo agregar que más tarde, en el año 1955, la construcción de esta revolucionaria ciudad, en la que participaron grandes arquitectos argentinos, entre ellos Horacio Sacriste, fue abandonada por habérsele llamado ciudad universitaria “Eva Perón”. Fue ese un golpe casi mortal a la educación universitaria argentina. Los grandes maestros que vinieron, se fueron también a escenarios académicos más propicios, a países de América, o a sus patrias originarias.» (Amelia Tosto Valenzuela, María Teresa Fernández Lagos, María del Valle Romanelli, ¿Conoce a Herrera Figueroa?, Editorial Praxis Universitaria, Buenos Aires 1997, págs. 61-62.)

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