martes, 27 de abril de 2010

el olor de la mierda y su pesticida

“Camino por entre este pueblo con el espíritu alerta; no me perdonan el que no les envidie sus virtudes.
Me ven con malos ojos, porque les digo que la gente pequeña necesita virtudes pequeñas -¡y porque me cuesta creer que haga falta la gente pequeña!
Soy todavía como el gallo que en corral extraño, rechazado por incluso las gallinas; pero yo no me enojo con esas gallinas.
Soy deferente hacia ellas, como hacia todos los pequeños sinsabores; sacar las garras con lo pequeño se me antoja una sabiduría propia de gatos.
Todos hablan de mí cuando a la noche se reúnen alrededor del fogón.
¡Hablan de mí, pero nadie piensa en mí!
He aquí el nuevo silencio que he conocido: el alboroto que arman en torno a mi persona es como un manto tendido sobre mis pensamientos.
Alborotados se preguntan: ‘¿A qué viene ese lóbrego nubarrón? ¡A ver si nos acarrea una epidemia!’”

Así hablo Zaratustra y así intento sentarme sobre las patrañas de la muchedumbre. Quiero acomodar mi culo sobre el confort de la posposmodernidad en la que vivo, e intentar aplastarlo con mi peso. Jóvenes y adultos, todos, la gran mayoría, agitan, enarbolan y vapulean sus falsos presagios de felicidad y bienestar ¿De que felicidad me habla el tonto con su control remoto? ¿Qué alegría es la que serpentea el bailarín borracho con su vaso de bebida cargado hasta más de tres cuartos con coca cola? Ese es el ejemplo que les dan a las criaturas demoníacas que aparean sus mugrosas hembras. Yo mientras, me incomodo hablando sobre lo cotidiano.

Me incomodo hablando de lo cotidiano como cuando alguien me pregunta sobre mi pasado. Y es que el clima está en los diarios; los automóviles se hacen viejos con el correr de los años, y el que me gusta no viene con la mujer que va a dar su mama a mis críos.

Me aburro cuando se habla de lo más divertido porque descubrí mi pene a los cinco años y sobre las conchitas de mis vecinas adolescentes hablaba con mis amigos cuando nos masturbábamos en grupo; hoy gracias a mi virtuosa madurez, guardo mis recuerdos para el baño de los domingos.

¿Cuál es la conversación que puedo compartir con mi vecino? ¿Futbol? Salvo hablar de Maradona lo demás es Pan y circo para el populus… Valla populus conformista el de hoy. Pagan por entrar al Circo, distrayéndose de lo que importa, y ni siquiera aspiran al pedazo de pan o a la vota de vino. Menudos personajes los de la parodia del mundo cotidiano. Jaaaa muchedumbre, gentuza…

Así se siente el solitario en la multitud: incomodo. Incomodo a pesar de querer estar confortado. Incomodo pero, y no paradójicamente, marginado a medias. No marginado del todo quizá por su intención de querer convivir, ser parte del mundo. Pero discriminado en gran medida por ser ajeno al mundo del resto; en fin, extraño al estereotipo de joven contemporáneo; desentonar es definitivamente la palabra justa.

Ahí está el pseudo Zaratustra, intentando estar al tono con algo que le es colorinche y que odia. Complicándose con la ansiedad que no encuentra sosiego sino en la compañía, vuelve el miserable pseudo Zaratustra al círculo vicioso. Salir a buscar el oído y la boca apreciable, y encontrar, como al mismo mugroso que sirve copas más baratas a las guarras, una y otra vez al mismo joven con el mismo peinado de marinero y su atuendo raquítico. Egoísta y de gran apetito quiere más, el incansable y repetitivo; más orejas y bocas, el tonto que escribe.

Pero es que él necesita saber, y sabe muy bien su necesidad… Permeable ante el mundo y por ello conocedor en la medida de lo posible. Así anda, encorvado y con la mano que se pierde en su barba.

¿Por qué entonces, Pseudo Rebelde, no irrumpes de una buena vez y desvarías del todo? Es lo que a veces intento hacer cuando recurro a los muertos. (Y no hablo de cementerios. Putos cementerios. La gente muerta no está en donde los entierran. La gente muerta está en sus obras; en sus lugares). Recurrir al muerto que habla es mi mejor escape. Y se lo recomiendo al lector compinche. Vivo yo en un apartamento lleno de libros y con ellos converso. Hay muchísimos muertos para escuchar, y desgraciadamente hoy, como todo lo bueno, se multiplica perdiendo calidad. Pero para eso recomiendo de los que no quedan ni cenizas. Las biografías son el recurso alternativo, ayudan como las guías de teléfono. Y las guías de teléfono, con el periódico que sale caro, sirven para prender fuego y asar carne.

¿Acaso el imbécil que se me ríe no pensó en su biografía? Ilusión de poesía. De su soberbia solo se acordarán sus desgraciados hijos: lo demás será comido por el inmensurable...

1 comentario:

  1. A el amigo le gusta la vida mas que comer a las doce. Es como renegar de todo lo que le gusta. Es como decir, " Como me gusta y disfruto esta vida de mierda". Considero que solo una persona muy sensible puede intepretar de esta forma los momentos y las experiencias que se viven. No importa el tono, no importan las malas palabras, no importa si te gusta, no importa la forma, solo importa la comunicacion. Relacionandolo con el tema Yo me pregunto: ¿murio mas gente de la que esta viva?, ¿hay mas personas vivas, muertos por alguna muerte o hay mas muertos, vivos por las vigencias de sus actos?. ¡Que lindo morir y vivir, que lindo vivir y admirar a los muertos!

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